
Las primeras noticias que tenemos de Londres remontan al año 43 d.C, y se trata de noticias sobre las colonización romana que empezó en aquel año. Ya se habían efectuados expediciones en las tierras de los britanos por parte de Cesar en el 55 y 54 a.C, luego por Claudio y Adriano, que a su vez construyo el famoso “Muro de Adriano” (en latín Vallum Hadriani), una muralla que recorría la costa este a la de oeste del norte de Inglaterra para protegerse por las invasiones de las tribus de los Pictos Escoceses.
Pronto, Londinium, se convirtió en uno de los asentamientos romanos más importantes, sea por la posición estratégico militar, sea por los tráficos navales y comerciales. La zona urbana de entonces, ocupaba lo que es hoy el distrito financiero, dominada por las dos colinas de la rivera norte: St Paul y Cornhill, alrededor de los cuales, en el siglo II fue construida una muralla. En el pasaje subterraneo de Tower Hill y la Torre de Londres, se puede ver parte de la estructura original.
Al ser colonia romana, las islas británicas se acercaron más a las costumbres europeas y al cristianismo, pero hacia finales del siglo V de nuestra era, bajo la presión de los bárbaros en el continente, los romanos fueron abandonando Londinium que empezó a recibir invasiones ciclicas de los pueblos germanos y nórdicos, que instauraron un modelo de vida agrícola y feudal, en detrimento del urbanismo romano, llevando a la ciudad a un progresivo declive. Tendría que iniciarse el siglo IX, cuando Londinium (ahora llamada Londres) volvería a ser un activo centro de intercambio comercial y cultural. El cristianismo fue quien llevo la renovación cultural que culmino con la coronarción del rey santo Eduardo el Confesor (1042). Él amplio los límites de la ciudad cuando se establece en Westminster, donde hizo erigir la abadía.
La invasión normanda de 1066, se considera como el inicio del medioevo en las islas británicas. William, Duque de Normandia, le arrebató el trono a Harold II de Wessex (según refiere la historia, William mató a Harold en la batalla de Hastings). William no entró en Londres y espero en Berkhamsted, al noroeste de la ciudad, a la espera que los funcionarios de la misma le reconocieran como rey, reconocimiento que no tardó mucho.
Bajo su reinado, William I, conocido como el Conquistador, la ciudad inició un importante cambio. Ordenó construir varios fuertes reales a lo largo del Támesis (La torre de Londres fue uno de ellos).
En 1097, William Rufus, hijo del conquistador, inició la construcción del Westminster Hall, que se convertiría en la base del Palacio de Westminster, que durante todo el medioevo, fue la principal residencia real.
El primer puente de Londres comenzó su construcción en 1176 y finalizó en 1209, en un lugar donde había varios puentes de madera. Permaneció como unico puente sobre el támesis hasta 1739.
La última invasión que desde el continente, sufriría Londres, ocurrió en 1216, durante la llamada Primera guerra de los Barones (First Barons' War). Un joven Luis VIII de Francia, en mayo de ese año, avanzaba por sus calles hacía la Catedral del St Paul. Durante ese recorrido, Luis fue festejado como gobernante.
Durante el medioevo, la ciudad creció en dos zonas: Westminster, capital real y centro de gobierno y la city, la zona comercial. Ambas zonas se unieron de forma urbanizada hacía el año 1600. Entonces la ciudad tenía una población aproximada de 90000 habitantes. La más grande de Europa.
Las calles del Londres medieval eran estrechas y sinuosas y la mayoria de sus edificios estaban costruidos de material combustible como madera y paja, por lo que el fuego era una amenaza constante. La sanidad en Londres era precaria entonces. Durante la peste negra, la ciudad perdió la mitad de su población. Entre los años 1348 y 1665 hubo 16 epidemias en la ciudad
El Londres medieval deja de existir el 2 de septiembre de 1666. Un incendio, gran temor de los londinenses, que se inició en Pudding Lane, practicamente destruyó la ciudad. La moderna Londres surge de las cenizas de ese incendio.
Hasta aquí, puedo contar...
Las imágenes son de la red