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jueves, 28 de noviembre de 2013

Yaracuy

Cuando Federmann, súbdito de Carlos V y por las concesiones que la corona española le hiciera, llegó entre un grupo de aventureros españoles a tierras venezolanas, tuvo la sorpresa de encontrar en el centro de aquel vasto territorio, un valle dilatado y feraz no tan solo por el colorido de sus paisajes, sino también sugestivo por la belleza de sus mujeres pertenecientes todas al Imperio de Yaracuy.

Yaracuy (todo de flores en lengua caribe), impresionó tan hondamente a Federmann, que en un momento de exaltación lírica (impropia del severo alemán), le dio el nombre de “Valle de las Damas” en homenaje de la citada belleza de sus doncellas.

Según el cronista Juan de Olmos, cuando los conquistadores llegaron a aquella llanura, existían debidamente establecidas más de 700 poblaciones indígenas que constituían un estado poderoso y autónomo: Yaracuy.

Pronto las poblaciones se aprestaron a la lucha y opusieron seria resistencia a los hombres de Federmann. Los combates se sucedían uno tras otros. En algunas oportunidades, las flechas triunfaban sobre los arcabuces, en otras era al revés...Pero la peor batalla fue cuando el Cacique Yaracuy cae preso de las huestes de Federmann. Fue condenado inmediatamente a muerte.

La sentencia debía cumplirse al romper la aurora. Atado a un árbol, Yaracuy contemplaba su fértil tierra. Estaba impasible, con el dejo fatalista que caracterizaba su linaje sin proferir queja alguna, pero en lo muy hondo de sus negras pupilas, anidaba el coraje interior del vencido.

Atado a un Samán en su negra cabellera destacaba su plumaje blanco. En su pecho, cruzado por cordeles de color rojo, destacaba el collar de cuetas de color azul que sus piaches le habían otorgado como amuleto....Se acercan los “blancos”...

-Cual es tu última gracia, indio, profirió el portavoz
-Despedirme de mi tierra. Ver el paisaje de mis antepasados y escuchar al turpial trinar.



Subyugados por la singularidad del prisionero, no opusieron argumentos a la solicitud de Yaracuy y quedó ordenada su libertad vigilada durante 10 minutos.

Yaracuy fue invitado a sentarse en el cesped, pero el cacique se negó, permaneciendo de pie con la mirada perdida...Sin dar señas de rebelión, los soldados se distrajeron un instante, momento en que con gran agilidad, Yaracuy salta sobre el capitán español y le arrebata la espada, iniciando la desigual pelea. Atravesó al capitán con su espada en el pecho y puso fuera de combate a 3 soldados más antes de sucumbir bajo el fuego de los arcabuces.

-Muero, pero no muero solo...


El cuerpo de Yaracuy fue entregado a su gente, que lloraba su perdida. La tradición dice que fue enterrado en la cabecera del río que hoy lleva su nombre...


Hasta aquí puedo contar.

Las imágens son de la red

4 comentarios:

La Dame Masquée dijo...

Genio y figura. Hasta el último momento fue un guerrero y presentó combate. Un episodio que nos ha explicado usted en un tono muy bello y poético, monsieur.

Feliz comienzo de semana

Bisous

Gary Rivera dijo...

Caray que buena historia, en peru han ocurrido eventos parecidos, es que parece ser el lema de la época! Si me voy! No me voy solo!!! Creo que yo haría lo mismo!!

Marcos dijo...

La muerte de un guerrero. No he entendido lo de subir a la guillotina pacientemente en Francia.
Quizá la inminente muerte, te hace derrumbar el ánimo, si no eres un guerrero.

Katy dijo...

Que absurdo todo. Ahora dijo una verdad innegable. Muero, pero no muero solo.
Bss

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